Retomando el camino me encuentro, en ese espacio de quietud en mi interior en donde por un momento estoy sola, contemplativa, observante y es justo ahí que intento definir quien soy, que quiero, a donde voy y por donde vengo. Hoy se que me encuentro en este aquí y en este momento, cargado de emoción y sentimiento. Pero...
¿Podemos realmente cambiar? ¿Podemos dejar de ser nosotros para mejorar? y más que dejar de ser nosotros, ¿cuantas veces es necesario reinventarnos?
Qué sucede con los recuerdos, las actitudes, los deseos, los hábitos establecidos, que sucede con todo aquello que somos y que en realidad por más que intentas sigue ahí no cambia, que sucede con el esfuerzo, las sonrisas lo bueno que todos tenemos.
Me queda claro que la vida es un eterno reto, reto de seguir no importando que, de luchar, de ser feliz en el proceso, de ver lo que sí se tiene, lo que sí soy, lo que sí puedo hacer. La vida simplemente es y nosotros la volvemos confusa, complicada, caótica, sin rumbo, llena de etiquetas, llena de recovecos innecesarios.
Los días pasan, los meses se acumulan los años se marchitan y abres los ojos para darte cuenta que tienes veintitantos, treintaitantos, cuarentaitantos y así sucesivamente, la vida no nos sorprende si tenemos el mismo chip, si tenemos las mismas conversaciones, si repetimos lo mismo.
El cambio nace de ti, lo produces tu y es con el simple y sencillo hecho de decir hoy quiero ser distinta, hoy quiero ser feliz hoy simplemente no permitiré que nada me quiebre o me robe la oportunidad de ser feliz.
